lunes, 4 de agosto de 2014

Papa Francisco: “Les pido perdón”



Uno de los temas más controversiales que ha tenido que afrontar la iglesia católica se refiere a los abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes. Hoy en día todos debemos saber que dichas circunstancias han sido profundizadas desde el Papa, hoy santo, Juan Pablo II, las encaró directamente Benedicto XVI y ahora Francisco sigue adelante.

Son realidades nefastas que asumimos como iglesia, pero que también debemos asumir como sociedad y como familia para erradicarlas de todos los sectores. Evidentemente dentro del seno de la iglesia generan mucho horror y escándalo, tanto por el horror que significa como por aquellos que solo esperan conseguir cualquier debilidad para hundirnos. Vaya que ésta es una gran debilidad pero, ha sido asumida y encarada por, al menos, los últimos 3 pontífices sucesores de Pedro que nos guían dentro de nuestra iglesia.
¿Por qué digo que debemos encararlo como sociedad y como familia? La respuesta es muy muy fácil. Usted quizás podrá decir: “yo no soy católico, eso no me interesa y si hacen esas barbaridades pues menos seré católico”. Y cosas a este estilo uno escucha, sin embargo, ¿cuántos casos de maestros, profesores, padrinos, tíos, cualquier tipo de familiar, representante o allegado, hemos escuchado de forma secreta que abusó de algún niño o niña cercano a su entorno? Seguramente muchos. Ningún caso justifica otro. Ningún caso tapa a otro. Todos son importantes, pero los escándalos de la iglesia venden más y por eso los medios de comunicación seculares se enfocan en éstos y ante semejante escándalo es comprensible que cualquier familia sencilla y humilde no quiera someterse al mismo bochorno en su comunidad y exponer a sus hijos a lo mismo.

Si nos comportáramos como una sociedad seria, decente, hermana, solidaria, estos casos en lugar de regodearnos y convertirnos en celebradores de lo amarillista, brindaríamos ideas para erradicar estos flagelos de todos los sectores donde están presentes. La iglesia y el Papa han dado buenos pasos, nos toca ahora a nosotros avanzar también.
Esta semana de principios de julio, Francisco tuvo una Santa Misa en la que participó un grupo de víctimas de abusos por parte de sacerdotes. Fueron seis personas en total, acompañadas por familiares y amigos. Después de la celebración eucarística, fueron recibidas personalmente por el Papa. Estas son las palabras pronunciadas por el Papa: 

«La imagen de Pedro viendo salir a Jesús de esa sesión de terrible interrogatorio, de Pedro que se cruza la mirada con Jesús y llora. Me viene hoy al corazón en la mirada de ustedes, de tantos hombres y mujeres, niños y niñas, siento la mirada de Jesús y pido la gracia de su orar. La gracia de que la Iglesia llore y repare por sus hijos e hijas que han traicionado su misión, que han abusado de personas inocentes. Y hoy estoy agradecido a ustedes por haber venido hasta aquí.
Desde hace tiempo siento en el corazón el profundo dolor, sufrimiento, tanto tiempo oculto, tanto tiempo disimulado con una complicidad que no, no tiene explicación, hasta que alguien sintió que Jesús miraba, y otro lo mismo y otro lo mismo… y se animaron a sostener esa mirada. Y esos pocos que comenzaron a llorar nos contagiaron la conciencia de este crimen y grave pecado.
Esta es mi angustia y el dolor por el hecho de que algunos sacerdotes y obispos hayan violado la inocencia de menores y su propia vocación sacerdotal al abusar sexualmente de ellos. Es algo más que actos reprobables. Es como un culto sacrílego porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia. Profanan la imagen misma de Dios a cuya imagen hemos sido creados.
Sé que esas heridas son fuente de profunda y a menudo implacable angustia emocional y espiritual. Incluso de desesperación. Muchos de los que han sufrido esta experiencia han buscado paliativos por el camino de la adicción. Otros han experimentado trastornos en las relaciones con padres, cónyuges e hijos. El sufrimiento de las familias ha sido especialmente grave ya que el daño provocado por el abuso afecta a estas relaciones vitales de la familia. Para estas familias ofrezco mis sentimientos de amor y de dolor.
Los pecados de abuso sexual contra menores por parte del clero tienen un efecto virulento en la fe y en la esperanza en Dios. Algunos se han aferrado a la fe mientras que en otros la traición y el abandono han erosionado su fe en Dios.
Ante Dios y su pueblo expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos sexuales cometidos por el clero contra ustedes y humildemente pido perdón. También les pido perdón por los pecados de omisión por parte de líderes de la Iglesia que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso: esto llevó a un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados y puso en peligro a otros menores que estaban en situación de riesgo.
No hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical.
Agradezco este encuentro. Y por favor, recen por mí para que los ojos de mi corazón siempre vean claramente el camino del amor misericordioso, y que Dios me conceda la valentía de seguir ese camino por el bien de los menores.



Fuente: www.news.va

Twitter e Instagram: @jovencatolica1. Dios les bendiga.


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