El pasado miércoles
6 de agosto, Papa Francisco retomó su Audiencia General en plena celebración de
la Transfiguración del Señor. Su invitación fue a reflexionar sobre los
capítulos 5 y 25 de San Mateo. ¡A buscar la Biblia!
Queridos hermanos y
hermanas,
En las catequesis
precedentes hemos visto cómo la Iglesia constituye un pueblo, un pueblo
preparado con paciencia y amor por Dios, y al cual todos estamos llamados a
pertenecer. Hoy quisiera destacar la novedad que caracteriza a este pueblo, hay
una novedad que la caracteriza: se trata realmente de un pueblo nuevo, que se
funda en la nueva alianza establecida por el Señor Jesús con el don de su vida. Esta novedad no niega el camino
anterior ni se contrapone a él, sino lo lleva hacia adelante, lo lleva a
cumplimiento.
1. Hay una figura
muy significativa, que hace de bisagra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento:
la de Juan el Bautista. Para los Evangelios Sinópticos es el “precursor”, el
que prepara la venida del Señor, predisponiendo al pueblo a la conversión del
corazón y a la acogida de la consolación de Dios, ya cercano. Para el Evangelio
de Juan es el “testigo”, ya que nos permite reconocer en Jesús Aquel que viene
de lo alto, para perdonar nuestros pecados, y para hacer de su pueblo su
esposa, primicia de la nueva humanidad. Como “precursor” y “testigo”, Juan el
Bautista juega un papel central al interno de toda la Escritura, en cuanto hace
de puente entre la promesa del Antiguo Testamento y su cumplimiento, entre las
profecías, y su realización en Jesucristo. Con su testimonio Juan nos indica a
Jesús, nos invita a seguirlo, y nos dice en términos inequívocos que esto
requiere humildad, arrepentimiento y conversión. Es una invitación que hace
¿no? A la humildad, al arrepentimiento y a la conversión.
2. Como Moisés
había pactado la alianza con Dios, en virtud de la ley que recibió en el Sinaí,
así Jesús, desde una colina junto al lago de Galilea, entrega a sus discípulos
y a la multitud una nueva enseñanza que comienza con las Bienaventuranzas.
Moisés da la ley en el Sinaí, y Jesús, el “nuevo Moisés” da la ley en aquel
monte, a orillas del lago de Galilea. Las Bienaventuranzas son el camino que
Dios indica como respuesta al deseo de felicidad inherente al hombre, y
perfeccionan los mandamientos de la Antigua Alianza. Estamos acostumbrados a
aprender los Diez Mandamientos - seguramente todos ustedes los saben, en
catequesis los hemos aprendido. Pero no estamos acostumbrados a repetir las
bienaventuranzas. Probemos ahora a recordarlas y grabarlas en nuestros
corazones. Hagamos una cosa: yo diré una después de la otra. Yo digo una y
ustedes harán la repetición, ¿de acuerdo?
(Y en este instante
Papa Francisco inicio la lectura de una Bienaventuranza y los asistentes iban repitiendo
frase a frase. Fue una Audiencia más interactiva que de costumbre, cosa que
tenía a todos muy pendientes)
¡Muy bien! Pero
hagamos una cosa, les doy una tarea, una tarea para hacer en casa: tomen el
Evangelio, el que llevan con ustedes – recuerden que deben llevar siempre un
pequeño Evangelio con ustedes, en el bolsillo, en la bolsa, ¡siempre! –o aquél
que tienen en casa. Llevar el Evangelio y en los primeros capítulos de Mateo,
en el cinco, están las Bienaventuranzas. Y hoy, mañana, en casa, léanlas, ¿eh?
¿Lo harán? (responden sí) ¡Para no olvidarlas porque son la ley que nos da
Jesús! ¿Lo harán? (responden sí) ¡Gracias!
En estas palabras
está toda la novedad traída por Cristo: toda la novedad de Cristo está en estas
palabras. En efecto, las Bienaventuranzas son el retrato de Jesús, su modo de
vida; y son el camino hacia la verdadera felicidad, que también nosotros
podemos recorrer con la gracia que Jesús nos dona.
3. Además de la
nueva ley, Jesús nos entrega también el “protocolo” con el que seremos juzgados
– porque en el fin del mundo seremos juzgados - y, ¿cuáles serán las preguntas
que nos harán allá? ¿Cuáles serán estas preguntas? ¿Cuál es el protocolo con el
cual el Juez, nos juzgará? Es aquel que encontramos en el vigésimo quinto
capítulo del Evangelio de Mateo. Veinticinco. Hoy, la tarea es leer el quinto
capítulo del Evangelio de Mateo en donde están las Bienaventuranzas y también
leer el vigésimo quinto, en donde está el protocolo, las preguntas que nos
harán el día del juicio.
No tendremos
títulos, créditos o privilegios que excusar. El Señor nos reconocerá si a
nuestra vez nosotros lo habremos reconocido en el pobre, en el hambriento, en
los indigentes y marginados, en quien sufre y está solo... Este es uno de los
criterios fundamentales para la verificación de nuestra vida cristiana, con el
que Jesús nos invita a medirnos cada día.
Yo leo las
Bienaventuranzas, pienso cómo debe ser mi vida cristiana…y luego hago el examen
de conciencia con este capítulo veinticinco de Mateo. Cada día: hice esto, hice
esto, hice aquello. Nos hará bien ¿eh? Son cosas simples, ¡pero concretas!
Queridos amigos, la
nueva alianza consiste precisamente en esto: en el reconocerse, en Cristo,
envueltos por la misericordia y la compasión de Dios. Esto es lo que llena
nuestro corazón de alegría, y esto es lo que hace de nuestra vida un testimonio
bello y creíble del amor de Dios por todos los hermanos que encontramos cada
día. Recuérdense las tareas, ¿eh? Capítulo quinto de Mateo, y capítulo
veinticinco, de Mateo. ¡Gracias!
¡Te amamos Papa
Francisco, gracias por darle tanto a nuestra iglesia y nuestra fe!
Fuente: www.news.va
Twitter e Instagram:
@jovencatolica1. Dios les bendiga.
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