El
Papa dedicó la catequesis de la penúltima Audiencia General, antes de la pausa
del verano, a la Iglesia y a su historia como pueblo formado por Dios.
“Hoy comienzo un ciclo de catequesis sobre la
Iglesia. Es un poco como un hijo que habla de la propia madre, de la propia
familia. Hablar de la Iglesia es hablar de nuestra madre, de nuestra familia.
En efecto, la Iglesia no es una institución con finalidad en sí misma o una
organización privada, una ONG, ni mucho menos debe restringir su mirada al
clero o al Vaticano...La Iglesia piensa. Pero la Iglesia somos todos. ¿De quién
hablas tú? No, de los curas. Ah, la Iglesia son parte de la Iglesia pero la
Iglesia somos todos, ¡eh! No limitarla a los sacerdotes, a los obispos, al
Vaticano. Ellos son parte de la Iglesia pero la Iglesia somos todos, todos,
familia de la madre. Y la Iglesia es una realidad mucho más amplia, que se abre
a toda la humanidad y que no nace en un laboratorio, la Iglesia no nació en
laboratorio, no nació improvisadamente. Está fundada por Jesús, pero es un
pueblo con una larga historia a sus espaldas y una preparación que comenzó
mucho antes que Cristo mismo.
1.
Esta historia, o "prehistoria" de la Iglesia, ya se encuentra en las
páginas del Antiguo Testamento. Hemos escuchado el libro del Génesis, Dios
escogió a Abraham, nuestro padre en la fe, y le pidió que se marchara, que
abandonara su patria natal y se fuera hacia otra tierra que Él le mostraría
(cf. Gn 12,1-9). Y en esta vocación Dios no llamó a Abraham solo, como
individuo, sino que desde el principio implicó a su familia, a sus familiares y
a todos los que estaban al servicio en su casa. Después, una vez en camino -
sí, así comenzó a caminar la Iglesia - luego Dios ensanchará todavía el
horizonte y colmará a Abraham con su bendición, prometiéndole una descendencia
numerosa como las estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar. El
primer hecho importante es éste: comenzando con Abraham, Dios forma un pueblo
para que lleve su bendición a todas las familias de la tierra. Y dentro de este
pueblo nació Jesús. Es Dios que hace este pueblo, esta historia, la Iglesia en
camino. Y ahí nace Jesús: en este pueblo.
2. Un
segundo elemento: no es Abraham quien construye un pueblo en torno a sí, sino que
es Dios quien da vida a este pueblo. Por lo general, era el hombre quien se
dirigía a la divinidad, tratando de salvar la distancia y pidiendo apoyo y
protección. La gente rezaba a los dioses, ¿no? A las divinidades. Pero en este
caso, sin embargo, somos testigos de algo sin precedentes: es Dios mismo quien
toma la iniciativa – pero escuchemos esto ¡eh! Es Dios mismo que llama a la
puerta de Abraham y le dice: “sigue adelante, vete de tu tierra, comienza a
caminar y yo haré de ti un gran pueblo”. Y esto es el comienzo de la Iglesia y
en este pueblo nace Jesús. Pero Dios toma la iniciativa y dirige su palabra al
hombre, creando un vínculo y una nueva relación con él. Pero padre, ¿cómo es
esto? ¿Dios nos habla? “Sí”. ¿Y no podemos hablar con Dios? Sí pero, ¿nosotros
podemos tener una conversación con Dios? “Sí”. Esto se llama oración, pero es
Dios que ha hecho esto desde el inicio.
Así pues, Dios forma un pueblo con todos los que escuchan su Palabra y se ponen en camino, confiando en Él. Ésta es la única condición, confiarse en Dios. Si tú te fías de Dios, lo escuchas y te pones en camino, esto es hacer Iglesia. Esto es hacer la Iglesia. El amor de Dios lo precede todo. Dios está siempre primero, llega antes que nosotros, él nos precede.
Así pues, Dios forma un pueblo con todos los que escuchan su Palabra y se ponen en camino, confiando en Él. Ésta es la única condición, confiarse en Dios. Si tú te fías de Dios, lo escuchas y te pones en camino, esto es hacer Iglesia. Esto es hacer la Iglesia. El amor de Dios lo precede todo. Dios está siempre primero, llega antes que nosotros, él nos precede.
3.
Abraham y los suyos escuchan la llamada de Dios y se ponen en camino, no
obstante no sepan bien quién sea este Dios y dónde los quiera conducir. Es verdad porque Abraham se pone en
camino de este Dios que le ha hablado, pero no tenía un libro de teología para
estudiar quién era este Dios. Se confía, se fía del amor. Dios le hace sentir
el amor y él se confía.
Pero
esto no significa que ellos estén siempre convencidos y fieles. Es más, desde
el comienzo hay resistencia, el repliegue en sí mismos y sus propios intereses
y la tentación de regatear con Dios y resolver las cosas a modo propio. Pero
Dios no se cansa, Dios tiene paciencia, tiene tanta paciencia y en el tiempo
continúa a educar y a formar a su pueblo, como un padre con el propio hijo.
Queridos
amigos, este es el proyecto de Dios, el proyecto ¿no? Cuando ha llamado a
Abraham, Dios pensaba en esto: formar un pueblo bendecido por su amor y que
lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Este proyecto no cambia,
está siempre vigente. En Cristo ha tenido su cumplimiento y aún hoy Dios
continúa realizándolo en la Iglesia. Pidamos entonces la gracia de permanecer
fieles a la secuela del Señor Jesús y a la escucha de su Palabra, listos a
partir cada día, como Abraham, hacia la tierra de Dios y del hombre, nuestra verdadera
patria, y así transformarnos en bendición, signo del amor de Dios para todos
sus hijos. Me gusta pensar que un sinónimo, otro nombre que podríamos tener
nosotros cristianos sería esto: son hombres y mujeres, gente que bendice. El
cristiano con su vida debe bendecir siempre, bendecir a Dios y bendecir también
a todos nosotros. ¡Nosotros cristianos somos gente que bendice, que sabe
bendecir! ¡Ésta es una hermosa vocación!
Fuente: www.news.va
Twitter e Instagram: @jovencatolica1.
Dios les bendiga.
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