“Sólo
con un corazón misericordioso podremos, verdaderamente, seguir a Jesús”. Esta,
es una de las frases más destacadas de las palabras que Papa Francisco ofreció
en su sermón de la misa matutina del pasado jueves 11 septiembre, además,
expreso que “la vida cristiana es un don, sin egoísmo, porque solo así será
posible amar a los propios enemigos como nos lo pide el Señor”.
El
Evangelio de Lucas fue el protagonista esta vez, Papa Francisco se detuvo de
manera especial en las líneas que nos hacen referencia al amor sin límites, al
amor hacia el enemigo. Destacó que Jesús nos pide que recemos por quien nos
trata mal, e hizo énfasis en algunas frases como “amen, hagan el bien,
bendigan, recen” y “no rechacen”. “Es darse a sí mismo, dar el corazón,
precisamente a los que no nos quieren, a los que nos hacen mal, a los enemigos.
Y esta es la novedad del Evangelio”. Jesús nos muestra que no tenemos mérito si
amamos a los que nos aman, porque eso lo hacen también los pecadores. Los
cristianos, en cambio, están llamados a amar a sus enemigos: “Hagan el bien y
presten sin esperar nada. Sin interés y su recompensa será grande”. Ciertamente
– reconoció el Papa – “el Evangelio es una novedad. Una novedad difícil que hay
que llevar adelante, yendo detrás de Jesús”.
‘Padre, yo… ¡yo no tengo la voluntad de hacer así!’ – ‘Bueno, si no te
sientes capaz de esto es un problema tuyo, ¡pero el camino cristiano es éste!’.
Éste es el camino que Jesús nos enseña. ‘¿Y qué cosa debo esperar?’. Vayan por
el camino de Jesús, que es la misericordia; sean misericordiosos como su Padre
es misericordioso. Sólo con un corazón misericordioso podremos hacer todo lo
que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida
autorreferencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los demás. Es
un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da”.
“Ésta es la vida cristiana. ‘Pero, Padre, ¡esto es una necedad!’ –
‘Sí’. Hemos escuchado, estos días a San Pablo que decía lo mismo: ‘La necedad
de la Cruz de Cristo’, que no tiene nada que ver con la sabiduría del mundo.
‘Pero, Padre, ¿ser cristiano es volverse necio en cierto sentido?’ – ‘Sí’. En cierto
sentido, sí. Es renunciar a esa astucia del mundo para hacer todo lo que Jesús
nos dice que hagamos; y que si hacemos las cuentas, si hacemos un balance,
parece en perjuicio nuestro”.
“Pero
éste – advirtió Francisco – es el camino de Jesús: la magnanimidad, la
generosidad; el darse a sí mismo sin medida”. Por esto – añadió – “Jesús vino
al mundo, y así lo hizo Él: dio, perdonó, no habló mal de nadie, no juzgó”.
“Ser cristiano no es fácil – reconoció el Papa – y no “podemos llegar a ser
cristianos” sólo “con la gracia de Dios” o sólo “con nuestras fuerzas”:
“Y aquí viene la oración que debemos hacer todos los días: ‘Señor, dame
la gracia de llegar a ser un buen cristiano, una buena cristiana, porque yo no
logro hacerlo”.
Por otra parte, en la
homilía de este viernes 12 de septiembre, también el sermón Papal estuvo sin
desperdicio, aquí algunos fragmentos:
“No
se puede corregir a una persona sin amor ni sin caridad. No se puede hacer una
intervención quirúrgica sin anestesia: no se puede, porque el enfermo moriría
de dolor. Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la cura y a
aceptar la corrección. Llamarlo personalmente, con mansedumbre, con amor y
hablarle”.
En
segundo lugar – prosiguió Francisco – es necesario hablar con la verdad: “no
decir algo que no es verdadero. Cuántas veces, en nuestras comunidades, se
dicen cosas de otra persona, que no son verdaderas: son calumnias. O si son
verdaderas, se quita la fama de aquella persona”. “Las habladurías – reafirmó
el Papa – hieren; las habladurías son bofetadas contra la fama de una persona,
son bofetadas contra el corazón de una persona”.
El
tercer punto es corregir con humildad: “Si tú debes corregir un defecto pequeño
ahí, ¡piensa que tú tienes tantos más grandes!”: “La
corrección fraterna es un acto para curar el cuerpo de la Iglesia. Hay un
agujero, allí, en el tejido de la Iglesia que es necesario remendar. Y así como
las mamás y las abuelas, que cuando remiendan lo hacen con tanta delicadeza,
así debe ser la corrección fraterna. Si tú no eres capaz de hacerla con amor,
con caridad, en la verdad y con humildad, tú harás una ofensa, una destrucción
al corazón de esa persona, tú harás una habladuría más, que hiere, y tú te
transformarás en un ciego hipócrita”. “Un
signo que tal vez pueda ayudarnos” – observó el Papa – es el hecho de sentir
“cierto placer” cuando “uno ve algo que no va” y que considera que debe
corregir: es necesario estar “atentos porque eso no es del Señor”: “En
el Señor siempre está la cruz, la dificultad de hacer una cosa buena; del Señor
es siempre el amor que nos da, la mansedumbre. No ser juez. Nosotros, los
cristianos, tenemos la tentación de hacer como los doctores de la ley: ponernos
fuera del juego del pecado y de la gracia como si fuéramos ángeles… ¡No! Es lo
que dice Pablo: ‘No suceda que después de haber predicado a los demás, yo mismo
sea descalificado’. Y un cristiano que, en la comunidad, no hace las cosas,
incluso la corrección fraterna, con caridad, en la verdad y con humildad, ¡es
un descalificado! No ha logrado convertirse en un cristiano maduro”.
Fuente: www.news.va
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escribirme a vidacatolica@gmail.com. Que Dios te Bendiga.
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